Ámate incondicionalmente
Es increíble lo desvinculados que nos podemos sentir de nuestro cuerpo y digo increíble porque ¿Cómo puedes estar alejado de algo que todos los días vemos, tocamos, sentimos, cargamos y habitamos?.
De bebés y en nuestra primera infancia nuestro cuerpo lo es todo, es a través de él que conocemos y descubrimos el mundo, lo amamos incondicionalmente, jamás estamos cuestionándolo, que si tenemos grasa, más gordito acá que allá, que si somos de una u otra manera. Es conforme vamos adoptando nuestra identidad, a través de las creencias, experiencias y observaciones de y hacia los demás.
Vamos moldeando nuestro amor incondicional
a uno totalmente condicional.
Imagina por un momento que enfrente de ti está tu imagen, está tu cuerpo desnudo…
- ¿Cuál es tu primera reacción?, se sincera, ¿Taparte, contemplarte, admirarte, sentirte orgullosa, esconderte?
- ¿Qué sentiste?, ¿Alegría, orgullo, pena, dolor, asco, amor, enojo, frustración?
- ¿Qué pensaste?, ¿Me gusta, no me gusta, lo amo, lo odio, ya me salió lonjita acá, la arruga, es bello así para mi?
- ¿Qué crees acerca de cómo debe ser tu cuerpo?, ¿Debería ser más delgado, no debería tener estrías, celulitis, debería tener esto o aquello de diferente manera, como está es perfecto?…
Ahora imagina que tienes enfrente de ti a tu imagen pero cuando tenías dos, tres, cinco años… ¿De qué manera cambiarían tus respuestas?.
Dejamos de asombrarnos, de maravillarnos por lo que el cuerpo hace por nosotros, simplemente lo dejamos de amar o de ver o de sentirlo especial, porque como si fuera un maniquí al que estuviéramos vistiendo, lo vamos tapando con miedos, tabúes, etiquetas, comparaciones, estereotipos y expectativas de cómo debería ser y cómo no es; hasta que con tantas capas que lo cubrimos dejamos de verlo.
Literalmente debajo de esa capa de “ropa” el cuerpo está, está ahí para ti, hace funcionar tus órganos, te da movimiento, te mantiene vivo, te ha acompañado con tu respiración y el latir de tu corazón desde el día uno hasta este instante que estás leyendo esto y si bien tú no eres tu cuerpo, tu cuerpo sí forma parte de tu ser.
Y la pregunta aquí es… ¿Y AHORA QUÉ?, ¿Qué hago para amar mi cuerpo y aceptarme cómo soy?, ¿Cómo y porqué debería amar mi cuerpo?
Simple… Porque amar tu cuerpo, te provoca una sensación de bienestar y amor a ti mismo, porque te hace sentirte y verte bien, porque tu cuerpo merece amor, simplemente porque tu mereces amor, independientemente de cómo se vea tu cuerpo. Tu cuerpo va a cambiar TODO el TIEMPO, se va a hacer más grande, con arrugas, canas, lunares e imperfecciones que justamente son las que te hacen único y perfecto. Cuando empiezas a amar tu cuerpo, tu vida cambia, tu pensar cambia, tu sentir cambia, tu emoción cambia, tu reacción cambia, TÚ CAMBIAS y la vida te cambia.
Con amor,
Alma González
#UnActoDeAmorAlDía
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